Breves reflexiones sin tapujos:
Tolentino
Pérez Soto
El fanatismo -pasión intransigente tras una persona o
idea- destruye la memoria y la razón.
Por ejemplo, ¿cómo defender la actual tragedia venezolana, olvidando además, al
país que, hace sólo 20 años admiraba todo el mundo?.
No negamos que en democracia existen
desvíos que desnaturalizan la esencia del sistema de la filosofía que proclama
la igualdad y la pacífica convivencia, pero esas “patologías” tienen
medicamentos propios y consustanciales
con la “característica
rectificadora” del sistema que
posee la vía de la “perfectibilidad
electoral sin trauma”.
Lo terrible es cuando en esa
desviaciones problemáticas del sistema democrático -como, por ejemplo, lo sucedido en Venezuela
con el divorcio de las cúpulas mandantes con las realidad del pueblo- se tenga la desinteligencia (o ingenuidad) de dejarse arrastrar por el
embrujo del populismo demagógico que, cual sirena virtuosa, suelen cantar ciertos caudillos emergentes, cargados de
megalomanía y ambiciones personales. ¡Astucia
de caudillo oportunista para aprovechar
la ceguera del disconformismo
puntual y transformar ese reclamo en loca carrera al precipicio!
Así, la molestia -que a veces
adquiere magnitud de masiva- y la
ausencia en esos momentos difíciles de
líderes lúcidos, genera la imprudencia de ser
presa del delirio fantasioso de mesías
falsos, astutos y maquiavélicos. García
Márquez diría: ¡”minuto fatal del
lanzamiento al vacío con pasajes al
infierno”!
Afortunadamente, el “encantamiento”
tiene plazo y no es reversible. La
historia lo registrará como infausto
capítulo superado. Venezuela , en su ADN
de grandeza y recuperada YA la sensatez-
sabe lo que “FUIMOS” y ahora lo que
“SOMOS”. ¡Está regresando, pacíficamente
pero con energía, al país ejemplar que antaño fue!.
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